Las visitas de los nazis al Himalaya buscaban indagar en el contacto con los miembros de la Gran Hermandad que, según la leyenda, controlan los acontecimientos sociales y políticos del mundo desde el principio de la historia de la humanidad. Los nazis, alimentados por la contracultura ariosófica, decidieron encaminarse a las montañas de Asia Central, en el Hindu-Kush, para encontrar el perdido reino intraterrestre de Agartha, y su capital Shambala, donde esperaban encontrarse con la genuina “Raza Aria”. El gobierno tibetano, por su parte, no se dedicó meramente a ser “diplomático” y “asépticamente cortés”, como puedan sugerir algunos desinformados… ¡todo lo contrario! Fueron los maestros y guías filosóficos de los nazis a través de los jefes secretos de la Hermandad comandados por el misterioso amo referido como “Señor del Miedo”, su líder oculto. De esta manera, tras la invasión alemana de la región de Renania y el establecimiento del campo de concentración de Dachau, dieron comienzo las expediciones nazis al Himalaya, y el reafianzamiento de los vínculos políticos entre el Tibet y Alemania. Esto queda probado a la vez que ejemplarizado en el hecho de que, en 1936, el Rey de Tibet inició una inquietante correspondencia con el mismísimo Führer Adolf Hitler. En su primera carta, el maestro del actual Dalai Lama le dedicaba a Hitler las siguientes palabras:
“Para el Rey alemán, el sublime Herr Hitler (…) que ha adquirido poder en el mundo entero. Me complace que goce usted de buena salud y de que sus buenas acciones sean coronadas con el éxito. […] Albergo grandemente el deseo de que la previa buena relación entre nuestras dos regiones se intensificará. Creo que usted, sublime Rey, Herr Hitler, está de acuerdo conmigo en este asunto y lo considera importante y no es indiferente a ello. Deseo buena salud para usted y noticias de sus deseos.”
Posteriormente, el año que tuvo lugar la expedición del Dr. Schaeffer a Lasa, el rey emitió una nueva carta, aún más explícita, el 10 de Enero de 1939, donde expresaba su común deseo de “un imperio duradero de paz fundado en bases raciales“, añadiendo también que el Tibet compartía ese objetivo. Los detalles de esta sórdida y alarmante correspondencia se encuentran en el Deutsche Dokumente des Bundesarchivs, Koblenz, R135/30, y es mencionado por Reinhard Greve en “Lebenslust und Fremdenfurcht” (ed. Th. Hauschild; Frankfurt, 1995), pp. 175-176. Éste es el tipo que escogió y adoctrinó al Dalai Lama cuando apenas era un niño, y el responsable de la mitad de lo que el Dalai Lama tiene en la cabeza.
El responsable de la otra mitad, es este hombre, el célebre alpinista Heinrich Harrer. Los medios de comunicación y divulgación convencionales han pasado las últimas décadas vendiendo la romántica historia de Harrer (basada en su propia crónica) y su místico viaje al Tibet tras el fracaso de su intento de coronar el Himalaya. Desde siempre se nos ha presentado a este hombre como un joven arrogante que al encuentro de esta figura santa y las sencillas gentes de aquel reino perdido renació y descubrió su lado más humanitario, llegando a convertirse en el mentor del Dalai Lama, o como algunos lo han llamado, su “gurú occidental”. Juntos veían películas, charlaban sobre la vida y la muerte, sobre el destino, y sobre sus experiencias espirituales… o al menos, éso es lo que quieren que creamos. La historia oficial se hizo tan famosa que hasta se llegó a rodar una película de Horrywood protagonizada por Brad Pitt, “Siete Años en el Tibet”, inspirada en el libro homónimo de Harrer, la cual narraba toda esta aventura. Qué bonito… . Sin embargo, la realidad es mucho más visceral y siniestra. Resulta que recientes investigaciones han dado con material anteriormente clasificado como secreto y que ahora ha visto la luz, por el cual sabemos que Harrer parece ser que fue en su juventud, en realidad… ¡nada menos que un miembro de las SS de Hitler! Éste fue el buen instructor del Dalai Lama, un nazi. Lo peor de todo es la flagrante manera en que él ha ocultado su verdadera cara presentándose a sí mismo como un simple ciudadano suizo arrepentido del vitoreo al régimen alemán por parte de su gobierno. Además de su más que sospechosa relación con las SS, la cual todavía podría pasarse por alto si hubiese declarado esto desde el principio junto con su arrepentimiento en la parte de sus actividades (cosa que nunca hizo), ahora también sabemos, que por encima de todo, era un mentiroso, lo cual incrementa aún más el aspecto negativo del hallazgo.
El autor H. G. Bissinger escribió para la famosa revista “Vanity Fair”:
“Heinrich Harrer … se convirtió en el gurú occidental del joven decimocuarto Dalai Lama del Tibet … El austriaco de 85 años ha tenido que enfrentarse a un terrible secreto de su pasado: que él era un miembro de las SS de Hitler.”
Gerald Lehner, un investigador independiente, ha indagado a fondo en el asunto en su documentado libro “Zwischen Hitler und Himalaya: die Gedächtnislücken des Heinrich Harrer”, descubriendo que:
“En su currículo vital para las SS, Harrer menciona su afiliación a las SA en dos ocasiones, de su puño y letra. Además era amigo y cuñado del Gauleiter de Estiria, (…) Siegfried Uiberreither. Ambos se casaron con las hijas del explorador polar alemán Alfred Wegener, que en ese momento había impartido clases en Graz.
Además, durante su tiempo en el campo de internamiento de la India, Harrer se jactó de haber estado allí cuando la sinagoga de Graz fue incendiada en la noche de los Cristales Rotos. Su contacto con las tropas de las SA se produjo a través del ‘Club de Gimnasia de Graz ‘, que encabezaba los en ese entonces ilegales nazis en Austria. Continuó siendo miembro de este club hasta su muerte.”
El Dalai Lama es tan responsable de ocultar la verdadera historia de Harrer como él mismo, algo inmediatamente confirmable por cualquier conferencia oficial en la que haya aparecido o cualquier entrevista. Desde mi punto de vista, es absolutamente impensable que el líder de un poder político en la diáspora tan influyente como el tibetano no conociera los verdaderos orígenes de alguien con quien prácticamente compartió la cama.
A la derecha de Hitler se encuentra Heinrich Harrer, ¡mentor del Dalai Lama, Premio Nobel de la paz! |
El Dalai Lama estrechando su mano con Bruno Beger |
Bruno Beger fue condenado en 1970 por su alegada participación en un presunto asesinato en masa en el campo de concentración de Natzweiler-Struthof, el cual habría sido parte del programa “Ahnenerbe” (“Herencia Ancestral”) emprendido por August Hirt. Beger fue declarado responsable de instar a sus colegas a proporcionarle “material de estudio” dado que “necesitaban cráneos judíos”. Tras esto, 86 de los internos habrían sido asesinados, un grupo constituido por 29 mujeres y 57 hombres trasladados desde Auschwitz y supuestamente gaseados en agosto de 1943 en una cámara especial de unos sesenta kilómetros al sudoeste de Estrasburgo, en la cordillera de los Vosgos, cerca de la sede de Hirt. Beger fue quien radiografió los 86 cráneos de sus víctimas y determinó sus tipos de sangre y, después de su muerte, realizó experimentos con sus esqueletos, pero resulta que fue un amigo cercano del Dalai Lama. En esta fotografía puede apreciarse al Premio Nobel de la paz estrechándole risueño la mano de manera efusiva. En su libro “Zwischen Hitler und Himalaya: die Gedächtnislücken des Heinrich Harrer”, Gerald Lehner realizó una entrevista a Beger donde le preguntó si conocía personalmente al Dalai Lama, a lo que él respondió: “Sí, me he visto con él en varias ocasiones en años recientes. La última vez fue en Londres junto con Heinrich Harrer, pues era invitación suya.”
Jamphel Yeshe Gyaltsen, Rey de Tibet. Obsérvese el manto bajo sus pies, con los símbolos de las esvásticas. La gente prefiere ignorar que estos símbolos no tienen nada que ver con Buda. Son imágenes de los pueblos arios ancestrales que poblaron Asia Central entre Mesopotamia, el Cáucaso, la región uralia, y el norte de la India miles de años antes de que Buda, en teoría, naciera. Son símbolos paganos del Bön. En este caso, la esvástica es dextrógira, invocando las pasiones, la fuerza, el calor, la sangre, el conflicto, la masculinidad, lo intenso, y, en su extrapolación más exagerada (aunque no necesariamente), la barbarie. La misma puede usarse de manera complementaria dentro de la liturgia esotérica positiva, pero de manera polarizada termina por ser un símbolo oscuro, tal como lo es en los rituales dogmáticos de las corrientes más siniestras de determinadas escuelas como la rumoreada Hermandad Negra. Su contacto con los nazis parece demostrar definitivamente la identificación de los tibetanos con eso y no con la “buena lectura” del símbolo.
Esto es algo ejemplificado en las evidencias que desde fuera se pueden apreciar por los profanos exotéricos. Tal como asegura el periodista Tilman Muller para la revista Stern:
“La corte tibetana solía tener estrechos vínculos con el régimen nazi. Las expediciones de las SS fueron recibidas en Lasa con muestras de profundo respeto. A día de hoy, Su Santidad [el Dalai Lama] nunca se ha distanciado de estas relaciones vergonzosas.”
Para rubricar todo esto, huelga destacar que el rey llegó a condecorar oficialmente a los altos cargos del nazismo, como Hermann Göring y Joseph Goebbels, con títulos de elevación dentro de la Iglesia Budista. El propio Hitler recibió el título oficial de “Caudillo de todos los Arios.”
El Dalai Lama con Miguel Serrano. |
Miguel Serrano fue líder del Partido Nazi en Chile y autor de varios libros donde expresa su visión de Adolf Hitler como un dios en la Tierra. Cuando trabajaba como embajador de Chile en la India entre 1959 y 1962, Serrano, aunque abiertamente partidario de los nazis, mantuvo en silencio estas ideas acerca del Führer. Sin embargo, a partir de 1978 comenzó a publicar una serie de libros donde realiza estas afirmaciones en un contexto de ensalzamiento del nazismo. Serrano también ha afirmado estar totalmente imbuido en el budismo tántrico. Lo de “budismo tántrico” es un eufemismo, dado que en su versión real se trata de una forma de magia negra basada en rituales carnales de fornicación y contacto con entidades del plano astral… o sea, demonios (mis fuentes para esto son privadas). Pero incluso después de publicar libros que exponen semejantes ideas, el Dalai Lama mantuvo una estrecha amistad personal con este individuo llegando a invitarlo a una serie de reuniones privadas en 1984 y 1992. En una entrevista, Miguel Serrano, jefe del Partido Nazi chileno, declaró:
“[El Dalai Lama] me invitó a ir a Dharmasala, donde vive ahora. Tuvimos una charla muy interesante. Es bueno saber que antes de que se introdujera el budismo en el Tibet, los tibetanos eran una raza guerrera y su religión, el Bön, utilizaba también el mismo símbolo de la esvástica del hitlerismo. Hasta ahora los servicios de inteligencia de Inglaterra y Estados Unidos han sido incapaces de descubrir los verdaderos vínculos misteriosos que existían entre el Tibet y la Alemania hitlerista.”
Con esta información, para mí al menos, queda completamente devastada la imagen superficial y pretenciosa del Dalai Lama tan venerada por las masas gregarias que lo tienen por una especie de príncipe de la “pijo-progresía” andante mundial de un modo gratuito y totalmente carente de pensamiento crítico así como de ánimo alguno de revisar fuentes.
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